AMÉRICA SOLIDARIA CON HAITI
Jesús Dávila
A pocas horas de ocurrido el terremoto que devastó Haití, colaboradores médicos de Cuba atendían cientos de heridos en hospitales de campaña y llegaban a Puerto Príncipe brigadas de socorro de Venezuela, República Dominicana, Panamá, Guatemala, Jamaica y Puerto Rico, entre otros.
Mientras tanto, el portaviones nuclear USS Carl Vinson puso proa hacia Puerto Príncipe, a donde se anticipaba llegara antes del fin de semana a la cabeza de una flotilla naval de Estados Unidos, país que ya había enviado un equipo de reconocimiento a bordo de un avión C-130 en tanto que el grupo de la Primera Escuadra de Operaciones Especiales de su Fuerza Aérea se había adelantado para ayudar en la operación del aeropuerto.
El anuncio fue hecho por el Comando Sur, que indicó además que desde la base de Conalapa, en El Salvador, habían partido aviones P-3 Orion para hacer reconocimientos aéreos y determinar mejor la situación de Haití.
A eso de las 5:50 de la tarde del martes (hora del Atlántico) un terremoto que marcó 7.3 en la escala Richter y tuvo su epicentro a unos 14 kilómetros al sudeste de Puerto Príncipe devastó la capital de Haití y causó daños graves en otras localidades. Hasta el miércoles al atardecer, se calculaba que el seísmo había dejado un saldo de más de 100,000 muertos y sobre tres millones de damnificados.
La devastación fue generalizada y destruyó desde el palacio de gobierno y la universidad hasta el arzobispado católico y hoteles de lujo. Algunos cálculos indican que más de cien edificios fueron destruidos en la capital.
Se ha tratado del peor terremoto en 200 años en el país, que ya vivía la devastación social causada por el empobrecimiento sistemático al que ha sido sometido y los golpes de estado que dejaron en precario su institucionalidad política.
De hecho, las primeras ayudas extranjeras fueron de los propios de los “Cascos Azules” de la Organización de las Naciones Unidas, que mantiene una fuera de paz de cerca de 9,000 efectivos en el atribulado país caribeño. Pero las tropas de la ONU estaban también entre las víctimas, pues perdieron su comandante y su centro de mando en el seísmo, aunque ayer mismo los medios noticiosos mostraban escenas de cascos azules de Brasil y otros países en labores de rescate.
Una revisión de los medios noticiosos regionales permitió hacer un cuadro general de la respuesta rápida de socorro desde distintos puntos del hemisferio.
El primer grupo de socorro en salir hacia Haití fue el de Venezuela, que envió un avión militar con médicos, bomberos y efectivos de la Brigada 51 de la Guardia Nacional. Ese grupo haría el trabajo avanzado para determinar las necesidades y equipos adicionales a enviarse. De inmediato también, un avión de la Fuerza Aérea de República Dominicana con 20 rescatistas, perros amaestrados para la búsqueda de sobrevivientes y herramientas fue enviado a Puerto Príncipe.
La República Dominicana estableció además un comando de operaciones, con el cual Puerto Rico estaba coordinando de inmediato.
De hecho, Puerto Rico envió el mismo miércoles tres helicópteros militares para operaciones internas en Haití y dos aviones de carga C-130 de la Guardia Nacional Aérea con un equipo avanzado de veinte ingenieros estructurales, personal de logística, comunicaciones y rescatistas con perros para establecer la base desde la cual puedan operar entre 150 y 200 miembros del Grupo de Rescate Urbano, famoso por su participación rápida en Nueva York luego de los ataques del 9-11.
Puerto Rico además puso en alerta unidades militares de purificación de agua, policía militar, ingeniería y comunicaciones, pero éstas aguardaban por las órdenes del Comando Sur de EEUU para poder partir.
La adelantada, sin embargo, era Cuba, que ya tenía 403 cooperantes –de los cuales 344 son personal médico- y a la hora del cierre había atendido sobre 600 heridos en dos hospitales de campaña. El Gobierno de Cuba anunció que se estaba organizando el envío de más médicos, así como medicinas e implementos médicos.
Panamá fue otro de los países que tuvo una reacción rápida y su Sistema Nacional de Protección Civil, además del Cuerpo de Bomberos, enviaron una brigada con 22 personas entre los que había médicos, paramédicos y expertos en búsqueda y rescate. El equipo de Panamá llegaba con todo el equipo necesario para montar una base autosuficiente.
Entretanto, Guatemala envió un avión militar con un contingente de soldados especialistas en rescate y Jamaica envió un avión de sus Fuerzas de Defensa con diversos tipos de ayuda. Se esperaba también que el jueves viajase a Puerto Príncipe una misión del más alto nivel del Gobierno para coordinar la ayuda.
En muchos países de la región se organizaba el recogido masivo de donativos de parte de la gente. Organizaciones sociales, religiosas y hasta políticas, así como instituciones de Gobierno, hacían esfuerzos por recibir y enviar a tiempo grandes cantidades de medicinas, equipos de higiene, agua y comida.
Así por ejemplo, mientras en Puerto Rico el Gobierno se organizaba para establecer centros en los que recoger los donativos de la gente, grupos sociales como el Grito de los Excluidos y el Proyecto Caribeño de Justicia y Paz coordinaban para el mismo fin con la Iglesia Católica. De igual forma, la jefatura del Partido Independentista Puertorriqueño impartía instrucciones para convertir su base de militantes en brigadas que recogieran ayuda para el pueblo haitiano.
Ese tipo de esfuerzo proliferaba por toda la región caribeña antes de cumplirse las primeras 24 horas de ocurrido el terremoto.
También se movilizaba ayuda económica internacional, aunque de inmediato algunas de las sumas anunciadas parecían un tanto modestas. Así por ejemplo, se informó que de la Unión Europea se estaban destinando tres millones de euros para la ayuda de emergencia mientras desde Washington, el Banco Interamericano de Desarrollo comprometía unos 200,000 dólares.
El Banco de Desarrollo del Caribe, con sede en Barbados, por su parte, comprometió un millón de dólares para apoyar las labores de socorro.
NCM-SJ-13-01-10-02
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