| | Viernes 18 de febrero de 2005
El pasado martes se formó el nuevo Parlamento del país
El triunfo silencioso de la izquierda uruguaya
Por Carolina Caro
Los ex guerrilleros del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros, José Mújica y Nora Castro, presiden desde el martes el Senado y el Congreso de Uruguay, respectivamente. Las dos instituciones están dominadas ahora por una mayoría de izquierda -después de 170 años de hegemonía de los partidos conservadores- que se consolidará cuando el presidente electo, Tabaré Vázquez, jure su cargo el próximo 1 de marzo. Pero el cambio de poder en Uruguay no es casual. Es producto de un proceso de 20 años en el que una coalición de izquierdas ha ido ganando adeptos año a año, mientras asistía a la decadencia de los partidos tradicionales.
Esta decadencia fue provocada por el desgaste de un Gobierno anciano y por la crisis económica que azotó el país a finales de los 90.
Los dos nuevos presidentes de las cámaras uruguayas abandonaron las armas a principios de la década de los 70. Ambos estuvieron en la cárcel y se les otorgó una amnistía en los años 80 para que pudieran acceder a algún cargo público.
Mújica presidirá sólo durante 15 días el Senado ya que a partir de la toma de posesión del nuevo presidente pasará a ser el titular del Ministerio de Producción y ocupará su lugar el vicepresidente electo, Rodolfo Nin Novoa.
Las dos cámaras tienen ahora mayoría de diputados (52 de 99) y senadores (17 de 31) de la coalición Frente Amplio-Encuentro Progresista-Nueva Mayoría (FA-EP-NM), que ganó el pasado mes de octubre las elecciones con un 50,45% de los votos emitidos.
El FA-EP-NM se creó en 1971 y está formado por los partidos de la izquierda histórica (Socialista, Comunista, Trotkista), de la izquierda nacional (Movimiento de Liberación Nacional, Vertiente Artiguista, Asamblea Uruguay, Corriente de Izquierda, 26 de Marzo, y otros), el Partido Demócrata Cristiano y sectores escindidos de los partidos tradicionales Colorado y Nacional. Su acceso al poder ha marcado un hito sin precedentes en Uruguay.
El cambio es histórico, primero porque acaba con la hegemonía de los partidos tradicionales conservadores (Partido Colorado y Partido Nacional) y principalmente con el liderazgo de la familia Batlle que ha tenido cuatro generaciones de presidentes en Uruguay. Segundo, porque el Gobierno posee una amplia mayoría en las Cámaras, algo que no se daba desde hacía décadas.
César Aguiar, presidente de la Consultora Equipos Mori y Asociados de Uruguay, afirmó, durante una conferencia celebrada en la Casa de América de Madrid, que el triunfo de FA-EP-NM no ha sido un cambio radical siguiendo las últimas tendencias izquierdistas de los países latinoamericanos, sino que "es producto de la continuidad del proyecto opositor que no ha sufrido fisuras y ha seguido una tendencia ascendente paralela a la descendente de los grupos tradicionales".
Este giro político, según Aguiar, era un resultado anunciado si se atiende a la evolución de los partidos políticos en los últimos 20 años.
Los tres factores clave para que la agrupación aumentara sus apoyos entre los uruguayos fueron, para Aguiar, la ruptura en la tradición de transmitir la ideología política generación tras generación, la fortaleza en la unidad de los partidos que lo forman y el movimiento hacia una izquierda moderada de centro.
Durante años, los padres transmitían a sus hijos sus tendencias políticas y en Uruguay la gente votaba en base a esto. Pero hubo un momento en el que las nuevas generaciones se rebelaron. Los jóvenes ya no se veían representados en unos políticos cuya media de edad rondaba los 70 años, con 50 años de experiencia en el Gobierno. Esta rebeldía se acentuó con la crisis económica que sufrió el país en 1999 y que llegó a su punto álgido en 2002 cuando la tasa de desempleo llegó al 20% y los índices de pobreza se situaron en alrededor del 40%. La deuda externa llegó ese año al 120% del PIB.
Las crisis económicas en la región afectaron gravemente a Uruguay. Alrededor del 50% de las exportaciones del país se dirigían a los mercados de Brasil y Argentina. Cuando el país comenzó a recuperarse, se desviaron las exportaciones hacia EEUU, la UE y otros mercados y ahora se destina el 25% de las ventas a la región para no depender excesivamente de la fragilidad de estos países.
Aguiar concluyó con la afirmación de que el proyecto de FA-EP-NM llega al poder bajo dos premisas: el protagonismo del pueblo y el respeto a las constituciones precedentes.
¿Quién es Tabaré Vázquez?. El nuevo presidente de Uruguay es un oncólogo que empezó a conocerse en la vida pública cuando se hizo cargo de un modesto equipo de fútbol. En 1987 fue elegido presidente del Partido Socialista y en 1989 ganó las elecciones en la capital, Montevídeo, donde gobernaría durante 15 años. El 31 de octubre de 2004 gana las elecciones y el 8 de noviembre es proclamado oficialmente presidente electo.
Vázquez asume el poder en un país ahogado por la deuda externa que asciende a 12.500 millones de dólares (9.558 millones de euros) y con un índice de pobreza del 13%. Su nueva tarea no es fácil. Tabaré Vázquez ha prometido un cambio profundo que comenzará con "un plan de emergencia social" para atender en primer lugar a los más de 100.000 ciudadanos que viven en la pobreza y en segundo, para mejorar las condiciones de vida de aquellas personas que se quedaron sin empleo por la crisis económica.
Gerardo Caetano, director del Instituto de Ciencia Política de la Universidad de la República de Uruguay, considera que los primeros retos de Vázquez son la pobreza, la innovación en educación, la consolidación democrática y la vuelta al Mercosur.
Cuando jure su cargo, el presidente dará a conocer sus primeras medidas de Gobierno y se sabrá si es fiel a lo que ha prometido durante su campaña.
Tabaré Vázquez tiene por delante cinco años de Gobierno para cumplir con su compromiso de construir "el Uruguay de la gente".
RGY PLT
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