No compartí su filosofía política, pero respeté sus luchas. El orador incendiario de las calles se transformaba siempre en caballero gentil en el trato cara a cara.
Todas las sociedades necesitan hombres que ejerzan la denuncia y luchen por la equidad y los derechos de los trabajadores.
José Merino desempeñó a cabalidad esa función que los romanos llamaban tribuno de la plebe. La unanimidad, los consensos, sean de Washington o de Beijin, siempre despierta mis sospechas.
La diferencia y la disidencia enriquecen a las sociedades, pues permiten la deliberación y la conversación democrática. Los llamados a la unidad y a la armonía siempre ocultan deseos de imposición por parte de los poderosos.
El conflicto social se debe asumir y aceptar como el estado natural de la vida social, disfrazarlo solo sirve a los intereses de quienes se benefician de situaciones hegemónicas.
El gran error de Marx como teórico social residió en su ingenua creencia que la historia tenía un fin y que con el advenimiento del comunismo cesarían los conflictos sociales. Pensar que el gobierno sobre los hombres sería sustituido por la administración sobre las cosas fue una gran ingenuidad.
La vida social siempre será conflictiva, los intereses de unos buscarán siempre prevalecer sobre los otros, el Estado es una arena de conflicto social permanente.
En ese escenario siempre surgirán hombres que reivindiquen su interpretación de la explotación, la marginación y la opresión para guiar y justificar sus luchas políticas.
La rebeldía contra lo establecido puede ser una fuerza positiva para el mejoramiento de las sociedades, cuando no se deja envolver por la razón que sueña con la ciudad ideal o el hombre nuevo, termina siendo devorada por esos delirios y construyendo sociedades carcelarias.
Merino fue un rebelde que valerosamente dió luchas concretas para mejorar la convivencia, esa es su herencia. El contenido de esas luchas puede discutirse, lo importante fue que se batió por los excluídos, por los marginados y por su visión de la patria que no pertenece únicamente a los poderosos de hoy.
La historia no tiene un fin, sino que es un proceso abierto en el que las personas seguirán combatiendo por sus ideas de libertad, justicia, igualdad y democracia.
José Merino fue un combatiente valiente y congruente, aunque no estuviésemos de acuerdo con todas sus ideas, para esa trayectoria política vaya mi respeto y admiración.
- / 09 OCT 2012Paz a su alma. Un hombre cuya lucha por ideales e igualdad merece toda mi admiración!!
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