Para Pérez Esquivel, construir una democracia significa otorgar derechos e igualdad para todos:
En 1980 recibió el Premio Nobel de la Paz por sus esfuerzos en defensa de los Derechos Humanos. Continuó su trabajo viajando por la mayor parte de países de Iberoamérica, Estados Unidos y Europa, denunciando los graves crímenes contra los derechos humanos en el continente americano. Gracias a su iniciativa se iniciaron procesos penales contra la dictadura militar argentina en Italia, España y Alemania.
Desde 2003 es presidente del Consejo Honorario de la Fundación Latinoamericana del Servicio de Paz y Justicia y de la Liga Internacional para los Derechos Humanos y la Liberación de los Pueblos, con base en Milán, Italia, y miembro del Tribunal Permanente de los Pueblos. Es miembro del Comité de Honor de la Coordinación Internacional para el Decenio de la No-Violencia y de la Paz.
Desde 2004 forma parte del Jurado Internacional del Premio de Derechos Humanos de Nüremberg, que cada dos años otorga un premio a organizaciones o personas que se destacan en la promoción y defensa de los derechos humanos en el mundo, aun con el riesgo de su propia vida.
-¿Qué reflexión se puede hacer 33 años después? ¿Qué ha cambiado y qué no?
-Hay que hacer memoria, es un momento de reflexión de lo que pasó, pero también hay que hacer una lectura más profunda, porque las cosas no empezaron en el `76. En el `76 se impone la dictadura militar, pero los problemas, las desapariciones de personas comenzaron mucho antes, a fines del ´74 con las tres A y con los grupos guerrilleros que había en el país.
La desaparición de personas, esta criminalidad, comenzó antes del golpe militar, donde había involucrados grupos parapoliciales y paramilitares en las tres A.
El terrorismo de estado comienza ahí. Después del `76 vino toda esta tragedia que vivimos. Muchos somos sobrevivientes de esa época.
Pronto comenzaron las luchas de los organismos de derechos humanos para salvar vidas, para saber qué pasó con los miles de muertos y desaparecidos, las cárceles, las torturas y lo que fue en esa época toda la resistencia, incluso a nivel internacional, que marcó toda una denuncia en los foros internacionales de lo que pasaba en Argentina. Tenemos que hacer una lectura después del `83 con el advenimiento de la llamada democracia. Eso se produce en un eje muy importante que fue la guerra de Malvinas. Allí se caen las hipótesis del conflicto de que el mundo era este-oeste y la lucha era contra el comunismo internacional, cuando el conflicto en Malvinas puso en evidencia que el problema era norte sur y no este-oeste. En toda América Latina se cae esta concepción ideológica.
Alfonsín lamentablemente claudicó con las leyes de Punto Final y Obediencia Debida y por no querer juzgar a los militares. Yo por eso no integré la Conadep y le dije claramente en Casa de Gobierno que iba aceptar integrar ese grupo de notables si todo pasaba a la Justicia Federal y no a la justicia militar, cosa a la que Alfonsín se negó. Al final se logró avanzar después de más de tres años en el juicio a las tres primeras juntas, pero después vino toda la impunidad.
El móvil impuesto por la dictadura, que fue económico-político, continúa hasta el día de hoy.
Cuidado con esto, porque después llega Menem con todas las privatizaciones, y todos los recursos del país pasan a las grandes empresas extranjeras. Lo más desastroso fue la privatización de YPF, Aerolíneas, Telefónica y el agua. Es decir, hoy la Argentina perdió la soberanía. Si tengo que definir a Argentina sería un virreinato de las transnacionales.
Epocas terribles
-A usted lo tiene como protagonista la entrega del premio Nobel de la Paz... Con la llegada de la democracia ¿estas cuestiones fueron más habladas?
-Eso fue un detonante muy fuerte y a los dos días del anuncio del premio intentaron asesinarme. Eso fue el 15 de octubre. Se cruzó un taxi que me salvó la vida y la de mi hijo cuando corrían con las armas para matarnos. Pero esto ayudó a abrir el espacio a nivel nacional de lo que pasaba en la Argentina y comenzaron las grandes movilizaciones, con muchísimas dificultades.
Se marcó un punto de inflexión muy fuerte con la dictadura y también a la conciencia internacional de lo que estaba pasando. No nos olvidemos que el golpe militar tenía cómplices de medios de comunicación, algunos periodistas como Grondona y Neustadt y empresarios. A la Argentina le daban créditos, y ahí creció enormemente la deuda externa que pasó de los 8 mil millones de dólares cuando sacaron a Isabel Perón del gobierno, a 45 mil millones cuando le entregaron el mando a Alfonsín. Y sobre esto no se quiere hacer ninguna investigación.
El doctor Alejandro Olmos hizo una denuncia y un juicio que duró 19 años. El falleció y el juez lo mandó a la Cámara de Diputados y todo esto quedó frenado ahí y nadie lo quiere tocar.
-El hijo del doctor Olmos fue convocado por Ecuador para replicar su modelo de investigación....
-Fue el único país que hizo una auditoría por la deuda externa. ¿Qué pasa hoy con los derechos humanos? Esto es importante de señalar. Acabo de llegar de Tucumán, donde estuve con un grupo de mujeres que trabajan en los barrios periféricos y ellas me dicen que viven en barrios privados: privados de luz, de asfalto, de escuelas, de centros de salud, privados de todo, donde el Estado está ausente. Uno se pregunta qué democracia tenemos si mueren 25 niños por día de hambre. Estoy señalando informes de Unicef... y son más. El año pasado murieron en El Chaco 19 indígenas de hambre. Qué pasa con estos señores sojeros que están cortando las rutas y perjudicando al pueblo argentino en la forma que lo están haciendo, que no permiten que la gente trabaje. Son los que desmontan los montes naturales para plantar soja transgénica. Hoy al país lo están transformando con los monocultivos y no en un productor de alimentos. Cuando hablamos de derechos humanos debemos hacerlo en su integridad.
Hoy lo que quieren es poner más policía, más gendarmes, más represión, más control social, bajar la edad de imputabilidad de los chicos, no quieren trabajar en políticas sociales de prevención y seguridad social. A mí cuando ponen más policía me genera más inseguridad. Hay que tener cuidado con esta gente mediática que tiene un micrófono disponible como la diva del teléfono y Tinelli y muchos otros que quieren imponer la pena de muerte ¡cuidado con eso! porque cada vez estamos perdiendo más el derecho de los ciudadanos a nuestra libertad, para someternos al miedo, el terror, la dominación. Eso nos puede llevar a los totalitarismos, porque hay una situación muy grave. Los medios de comunicación lo están imponiendo para que la gente tenga miedo, pánico y entonces, restringir las libertades ciudadanas... al estilo Bush, donde el pueblo norteamericano fue perdiendo las conquistas sociales y las libertades ciudadanas para someterse al miedo y al control social. Entonces, a 33 años, tenemos que estar alertas con todo esto para construir una democracia, que significa derechos e igualdad para todos, no para algunos.
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