PUERTO RICO ES TAMBIÉN LATINOAMÉRICA
Por: José R Bas García
Miembro del Partido Independentista Puertorriqueño
Especial para ARGENPRESS.info
Publicado el 7 de abril de 2005
El escritor mexicano, Carlos Fuentes, luego de describir y analizar una de las obras de su compatriota y artista José Clemente Orozco, concluye que 'pocas culturas del mundo poseen la continuidad de la cultura creada en Indoafroiberoamérica' (1). Con esa expresión compuesta Fuentes bautizó el resultado de la fusión de razas y culturas de las civilizaciones indígenas, españolas y africanas que se encontraron en América Latina.
Durante su notorio y aventurero viaje en motocicleta por la América Latina, el argentino Ernesto Guevara pronunció un breve discurso. Dijo '… que la división de América en nacionalidades inciertas e ilusorias es completamente ficticia. Constituimos una sola raza mestiza que desde México hasta el estrecho de Magallanes presenta notables similitudes etnográficas' (2).
Dos personas nacidas en lugares tan distantes uno del otro no nos sorprenden cuando ambos llegan a la misma conclusión: 'la América Latina es una sola Patria' (3). Es una idea, una convicción que late, muchas veces en forma inconsciente, dentro de cada latinoamericano. Es el resultado de haber tenido un origen común y de haber compartido e interactuado en circunstancias históricas en común.
Habitábamos en una mitad del planeta de la cual la otra mitad ignoraba su existencia. Al encontrarnos, ocurrió un choque de culturas y de razas. Operó la ley de la jungla: el más fuerte conquistó, sojuzgó, explotó y se mezcló con el más débil. Como parte de ese proceso, se añadió el elemento africano que desde muy temprano en la conquista vino a formar parte nuestra y se ha manifestado con variaciones, según las distintas regiones americanas en que los concentraron. Todos hemos sido víctimas del imperialismo y de la explotación humana y económica. También tuvimos siglos de lucha y resistencia, unas más violentas que otras; sujeción y esclavitud. Una de la consecuencias de ese choque fue que surgió un pueblo que con sus naturales excepciones y diferencias, habla el mismo idioma, comparte mayoritariamente la misma religión y, más que cualquier otra cosa comparte su raza, que resulta de la mezcla del indígena, el africano y el europeo. Eso somos los latinoamericanos.
Cuando estudiamos, cada uno, la historia de su propio país, encontramos las particularidades de su proceso de formación hasta el presente. Siempre se encuentran los mismos elementos que hemos mencionado.
Como puertorriqueño, también he hecho mi examen. El mismo me lleva a la única conclusión posible dentro del marco de la realidad: Puerto Rico es también Latinoamérica.
Cristóbal Colón se percató de la existencia de Puerto Rico en su segundo viaje el 19 de noviembre de 1493. La isla se conocía entonces como Boriquén. Así la llamaban los taínos que la poblaban. Los estudiosos de estas materias afirman que los taínos provienen de la región que hoy ocupa Venezuela en América del Sur (4).
Lejos de lo que aún a nosotros se nos enseña como parte de un esquema de acondicionamiento y siembra de impotencia colectiva, en las primeras etapas de la conquista fue 'en Puerto Rico donde se presentó el reto militar más importante al avance de armas castellanas…'. La misma fuente cita una porción de una carta de 1517 donde se certifica 'que en dicha Isla andaban los indios tan alborotados que huían a los montes, y que estaban alzados la tercia parte de ellos, y que habían muerto ciertos pobladores…' (5). Eventualmente, por causa de sus armas y por las enfermedades con las que contagiaron a los indígenas, el blanco venció. Esclavizaron a los indios y explotaron sobre sus cuerpos los yacimientos de oro de la Isla. La necesidad de un mayor número de manos para el trabajo duro hizo necesaria, según la óptica del invasor, la nefasta esclavitud africana que conocemos todos.
Para 1690 se publicó lo que se considera 'las primicias de la novela hispanoamericana' (6). La misma fue el producto del trabajo de dos, el mexicano Carlos Singüenza y Góngora, quien la redactó y de Alonso Ramírez, un carpintero puertorriqueño que le narró las peripecias de su travesía desde que salió de San Juan en 1675, llegó a México desde donde embarcó otra vez, por el Pacífico y llegó nuevamente a México luego de haberle dado la vuelta al mundo. Los 'Infortunios de Alonso Ramírez' constituyen una temprana aportación de Puerto Rico a la literatura latinoamericana.
Puerto Rico fue para España lo mismo que hemos sido para Estados Unidos: un bastión militar. Las fuerzas militares españolas fueron financiadas a partir de 1586 desde la tesorería de México. Los envíos de moneda en metálico, conocidos por el Situado Mexicano, fueron por más de dos siglos uno de los ingresos vitales de la Isla (7). Desde nuestra ciudad amurallada se rechazaron ataques de los enemigos que entonces tenía España, tanto ingleses, como holandeses.
Gobernada generalmente por militares, la represión y la persecución imperaron con mano férrea contra cualquier sospechoso de planear rebeliones contra España mientras que en Haití los esclavos luchaban su independencia a principios del siglo 19. Así también ocurrió durante el resto del siglo a raíz de las guerras de liberación de Venezuela Colombia y Argentina. Si los vaivenes de los conflictos en Europa tuvieron el efecto de provocar las condiciones para la independencia de Sur América, en Puerto Rico fue todo lo contrario. Nos convertimos en el refugio de militares derrotados y de personas prominentes, fieles a España, quienes huyeron de la revolución y pronto se insertaban en lugares privilegiados de nuestra sociedad, manteniendo marginados y en un segundo plano a la elite de los criollos.
La Cédula de Gracia, promulgada en 1815 por el Rey Fernando VII, estaba destinada a desarrollar la economía de Puerto Rico estimulando la inmigración de extranjeros a la Isla a quienes se les repartieron tierras que debían cultivar. El efecto fue palpable a mediados del siglo 19 al registrarse el aumento de la población blanca en comparación con la negra. Esto dio paso a una división política de la sociedad entre conservadores, fieles a España y los criollos. En esa época había madurado el sentido de identidad nacional puertorriqueña lo cual, sumado al conflicto ya mencionado abonó, junto a otras motivaciones de índole económica, a la gesta independentista más conocida en nuestra historia, el Grito de Lares de 1868. Esta rebelión fue suprimida en corto tiempo por los militares españoles.
Durante la segunda mitad del siglo 19 nuestra sociedad puertorriqueña continuó su desarrollo y fortalecimiento como una distinta a la española. Ya se distinguían características propias en la producción literaria, la música, la pintura y otras manifestaciones artísticas. Fue en ese periodo que se destacaron importantes personalidades nuestras como Ramón Emeterio Betances, Eugenio María de Hostos, Segundo Ruiz Belvis, quien murió en Chile mientras buscaba apoyo para nuestra causa de independencia, y muchos más.
La Guerra Hispanoamericana de 1898 en la que Estados Unidos invadió a Puerto Rico, interrumpió ese proceso de desarrollo y afirmación nacional nuestra. De no haberse producido ese evento, nadie se atreve asegurarlo, pero cabe dentro del abanico de posibilidades el que eventualmente hubiésemos conseguido nuestra independencia. Huelgan, sin embargo, las especulaciones sobre lo que pudo suceder y no sucedió. Hasta ahora hemos tratado con hechos históricos reales que muestran a grandes rasgos nuestro desarrollo como sociedad latinoamericana. En un próximo artículo seguiremos nuestra trayectoria histórica con lo que pretendemos llamar la atención de ustedes, mis queridos lectores, sobre la lucha que libra un pueblo latinoamericano que se quedó rezagado en el logro de su soberanía y que clama porque sus hermanos no se olviden de que en Puerto Rico, a Iberoamérica le queda una tarea inconclusa. Esa tarea, aún por realizarse, conducirá a la liberación total de la gran Patria de América Latina.
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